jueves, 13 de octubre de 2011

EL DEPORTE Y LA CONVIVENCIA PACÍFICA


Estas últimas semanas, los noticieros se han dedicado a tratar un tema que ha movilizado a casi todo el caso. Me refiero al caso Walter Oyarce y su muerte asociada al futbol. Muchos “expertos” han salido a plantear análisis psicológico, sociológico e incluso filosóficos del tema de la violencia, el deporte y los jóvenes, como si fuesen un trinomio muy estrecho entre si.

Por otro lado, gente aficionada a este deporte, han salido a defender su deporte: EL FUTBOL, incluso impulsando Campañas de Limpieza del futbol (No manches la pelota) entre otras acciones. Hemos visto intercambio de camisetas de los “compadres” y hasta periodistas salir con los polos distintivos de los equipos que desarrollan el clásico de este deporte.

Particularmente, no soy aficionado a este deporte, no soy hincha de ningún equipo “grande ni chico”, sólo soy hincha (no fanático) del Perú. He sido un deportista del beisbol: jugador, entrenador, árbitro y Presidente de mi proprio Club. Además por mis trabajo anterior (trabajar con juventudes) tuve que aprender una serie de deportes como vóley, frontón, ping pong, básquet, entre otros. Más adelante les contaré mi experiencia del uso del beisbol como una técnica para el manejo de la agresividad, la socialización y el trabajo en equipo con jóvenes en alto riesgo.

Quiero aprovechar este artículo para “limpiar” el deporte y especialmente ahora el futbol, como un elemento que promueve la violencia en las juventudes del país. Esto no es exacto e incluso diría que se aprovecha este hecho del joven aliancista para “tirar por los suelos” a un deporte de masas.

La primera pregunta es: Porque a tanta gente le atrae el futbol al punto de ser el deporte más visto en el país???. Analicemos esto desde nuestra infancia y el vínculo con nuestro barrio. El primer dato es darnos cuenta que es un “juego” sumamente sencillo. Es fácil (y barato) conseguirse una pelita, juntar 4 piedas en la pista (a modos de arcos) y pelotear en un grupo para hacer algo de futbol. Este tema tiene mucho que ver con la psicología del adolescente donde este deporte tomar formas de afición. En todo barrio se practica este deporte pero va más allá de un grupo de “chiquillos” patenado una pelota. Es un importante espacio de socialización de un adolescente con su identidad local (su barrio) así como entre sus pares (el grupo). El deporte (futbol) es una herramienta de carácter neutra, es decir ni buena ni mala persé sino es el uso que se le puede brindar al mismo. Este deporte, le permite a una persona percibir y demostrar ciertas habilidades con su cuerpo que son reconocidas y valoradas por el resto de su grupo. También es un elemento de expresión de emociones (risas, gritos y hasta llantos). Incluso vemos una serie de gestos de emoción de parte de los grandes jugadores del futbol (saludos a la esposa, al hijo por nacer, a Dios, convertirse en pelota, etc.) Muchos mensajes que nos transmiten los jóvenes son simbólicos y lamentablemente los adultos (una gran mayoría) no logra entender lo que nos quieren decir (cosas de jóvenes). El deporte es una de ellas, salvo que el padre también sea un gran aficionado a este deporte. En este caso, los padres tienen algo en común que compartir con su hijo: el mismo deporte (Encuentro generacional). Pero profundizemos más sobre el futbol y la calle. Es acá donde el joven debe respetar normas comunes y aprender a trabajar en equipo para obtener el premio (el gol). Es una fuente de descargar de emociones y de sentirse parte de un grupo. El sentido de pertenencia se manifiesta con fuerza en este momento. Entiende el valor de la amistad y espera el fin de semana para volver a encontrarse, no con la pelota que es el pretexto, sino con los amigos en una cancha de fulbito (una pista cerrada. En en la adolescencia donde la necesidad de la organización se hace más sólida, si no están en algún grupo es visto como “extraño” o “raro”, generando en algunos de ellos, ansiedad en poder ser aceptado en un grupo. No se imaginan la carga emocional que se da cuando los “capitanes” (los líderes naturales del grupo) comienzan a elegir su equipo: tu, tu y tu... tu no!!!

Quizás nuestros hijos es algo rebelde con las normas y reglas en la casa pero en cambio, al jugar el fulbito en la calle, es riguroso en respetar estas reglas para no ser cambiado por otro. Sin embargo, este deporte, como muchos otros, es un juego de poder: quien gana y quien pierde, como es la vida misma.

El resumen, el futbol callejero es inclusivo, es formativo, es preventivo, es recreativo, es integrador, promueve la organización y es integral. Considero que este deporte tiene un gran potencial que tiene que ser mejor aprovechado como una herramienta de convivencia pacífico y elemento para prevenir la violencia en las calles.

Las personas que no acompañan de cerca la experiencia de trabajar sobre este deporte, quizás no ha podido ver la riqueza que tiene esta herramienta para la vida de sus hijos y de los adolescentes de su comunidad y barrio. Digan que varón, e incluso muchas mujeres, no ha pateado una pelota y ha participado de una “pichanguita” con sus amigos y amigas??

Desde un Proyecto impulsado por la Organización Panamericana de la Salud y la Cooperación Alemana denominado: Proyecto de Fomento del Desarrollo Juvenil y Prevención de la Violencia, del cual participé, se pudo publicar un libro sobre El Futbol para la convivencia pacífica y los invito a poder revisarlo.

Desde mi experiencia personal con el futbol, no fue muy auspiciosa. En mi adolescencia fui parte de un equipo barrial pero no era un buen jugador. Es por ello que opté por probar otro deporte. Pasando por un parque vi practicar a un grupo de jóvenes, dirigido por un adulto, el beisbol barrial. Me llamó mucho la atención y me invitaron a jugar. Acá se presentó mi primer problema: era zurdo y no habían guantes para mi. Para los que no lo sepan, este deporte exige usar la mano no predominante (la izquierda para la mayoría) un guante de cuero y atrapar la pelota. Esto se hace para dejar la mano dominante, más fuerte, libre para lanzarla. Tuve que aprender a jugar con una guante puesto en la mano contraria, hasta que pude conseguir mi primer guante para zurdo (más costoso que los comunes). Me metí de lleno a este deporte, al punto de pasar todo el fin de semana en las canchas de beisbol. Estuve dedicado mas de 7 años en este deporte. Al cumplir la mayoría de edad pude pasar a jugar de un equipo de barrio a un equipo grande. El Club Nazca y finalmente a un club Histórico en el Callao: El Club Tigres, llegando a la primera división, lo cual era la mpáxima aspiración para todo deportista. Debo explicar que este deporte es sumamente complejo, tanto por las reglas como por el lenguaje que utiliza (todos los términos están en inglés). Además es un deporte caro, por el costo de los materiales. Además es poco difundido en el Perú, pese a ser los TERCEROS A nivel MUNDIAL en la categoría infantiles (Niños). Hay pocas canchas en Lima, es practicado por gentes de Sectores A-B de ascendencia, japonesa o inglesa. Es decir, este deporte trae consigo muchas dificultades que lo hacen difícil practicarlo. Me dediqué con profundidad a este tema, pero no me quiero extender más en explicarlo sino pasar a l aplicación en la prevención de la violencia.

Luego e haberme dedicado mucho tiempo a este deporte (era conocido como el Zurdo Velez), decidí conformar mi propio equipo barrial. Vivía en una Unidad Vecinal céntrica del Callao (El Barrio de Santa Marina Sur). Habían jóvenes “tranquilos” así como algunos en riesgo. Me dediqué a entrenarnos en el parque y luego de un tiempo, decidí inscribirnos en un campeonato distrital. Conseguí Uniformes de un Club de Voley, y la federación de Beisbol me donó guantes y materiales de una remesa de Japón. La tarea no fue fácil. El manejo de las reglas era el primer reto. Chicos con gran autoestima pero poca tolerancia a la frustración, donde el lenguaje físico (pelas) y verbal (lisuras) era difícil de controlar. Pese a ello, fuimos al campeonato y quedamos en tercer lugar de 18 equipos (un gran éxito). Claro que no faltaron los problemas de lisuras que terminaban en expulsiones de jugadores. No olvidaré los rostros de estos adolescentes, ahora adultos, desfilando en nuestro barrio, con el trofeo del tercer lugar. Luego de muchos años, cuando regreso a mi antiguo barrio, recibo el saludo de estos “chicos” y el respeto en la calle, ya que algunos terminaron en pandilla o en consumo. Pero no todos terminaron así. Algunos manejan su taxi o son cobradores y cuando ven, gritan a viva voz “Zurdo” o Profe”, lo cual me indica que la experiencia ha quedado grabada en sus recuerdos gratos y de respeto.

Al terminar mi carrera de psicología (recién egresado) me puse a trabajar como educador de Calle en un hogar en Ventanilla. Todos sabes que estos adolescentes son sumamente agresivos y rebeldes contra toda norma. Decidí retomar mis clases de beisbol, pero no como para entrar a una liga (iba a ser difícil porque muchos de ellos no tienen ni identificación). Consideré usar este deporte como proceso terapeútico y de manejo de la agresividad (no violencia, que no es lo mismo). Es claro que no fue nada fácil, porque ellos preferían lo que ya conocía, que era el futbol, sin embargo, logré convencer a un grupo y estos jalaron al resto. La playa era nuestro campo, y creamos nuestras bases (postas), consiguiendo gracias a algunos amigos ex beisbolistas algunos implementos. Este deporte, desde mi punto de vista, es uno de los más integrales que se aplican. Acá exige que todos los sentidos, en la misma exigencia, se unan para la coordinación total del cuerpo. Dos manos (una débil para coger la pelota y otra fuerte para lanzar); dos ojos para ver una pelota que atraviesa a 120 KM por hora a su lado y golpearla con una bate de aluminio; dos piernas fuertes para correr 25 metros en 12 segundos; pulmones para resistir; velocidad para correr y arrastrarse, voz para comunicarse, etc. Es un despliegue total de todo el cuerpo en una armonía impresionante. Hasta el más delgado tiene habilidades para esto (no es fuerza, es astucia). Pero la mayor riqueza de este deporte está en el sentido de unidad y trabajo en equipo. Se enfrenta un jugador contra 9 en el campo. Cuando la pelota toca el campo, estos 9 jugadores se mueven de forma coordinada: unos para coger la pelota, otros para cubrir, por si acaso se le pasa, otros para proteger la base, otros para proteger a este último por si se le escape, etc.

El que un joven que vivó en la calle sólo y dependía únicamente de si mismo para sobrevivir, en el beisbol, debía confiar y cubrir a su compañero. Que estos chicos cumplan las reglas del deporte, que de por sí, son difíciles, que cumplan la indicación de un adulto de como jugar, incluso el sacrificio de dejarse expulsar para que su equipo obtenga un punto (carrera) fueron estos grandes logros que se obtuvieron de estos jóvenes.

EL deporte para la vida, donde el juego no te exige contacto directo con el jugador del equipo contrario (no lo toca), donde se enfrenta no a las personas sino a un objeto llamado pelota con un bate de aluminio, donde debe dejarse conducir por el resto de su equipo. Esta es la riqueza de este gran deporte, poco valorado en el Perú y poco aprovechado por los adultos, los educadores, lo padres de familia y las autoridades municipales.

Estoy convencido y lo he demostrado en la práctica que este deporte, el Beisbol o baseball pudo contribuir a la mejora de un grupo de jóvenes en el manejo y control de su energía agresiva, la integración como equipo y la convivencia pacífica entre ellos ,basada en el respeto y con alegría ya que la letra con risa entra.

Tengo la esperanza que en algún momento regrese a esta experiencia tan rica. Aún guardo mis guantes de zurdo, algunas pelotas oficiales, bates, mascarillas, pechera y la experiencia vivida ya que lamentablemente no tengo fotos de esa época. Sin embargo los amigos de esos años aún están vivos así como nuestra amistad a la distancia, que es lo que te deja al final este deporte.

No quiero culminar este artículo sin antes no mencionar dos experiencias similares entre el deporte y manejo de la violencia desde otras disciplinas. La experiencia de un Policía del Agustino: El Comandante Vizcarra que pudo unir a las pandillas mas agresivas del distrito en un campeonato de box barrial, donde la confrontación pasa de ser una matanza a una disciplina protegida, controlada y un espectáculo que termina con el abrazo de los contrincantes. Y la otra experiencia más reciente es la mostrada por Jhonatan Maicelo en educar en el deporte del box a jóvenes del Callao con el apoyo del Gobierno Regional del Callao (como deporte y no como forma de ataque).

Me pongo a disposición para iniciar una nueva experiencia de un trabajo de convivencia pacífica con jóvenes a través de la disciplina del deporte: El Beisbol por Excelencia.

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